Domingo de Ramos.

marzo

 

Reflexión:

La liturgia de este Domingo nos introduce de lleno en la Semana Santa para celebrar los acontecimientos más importantes de nuestra fe. Jesús, el Hijo de Dios que se hace hombre por nosotros, se dirige a Jerusalém para culminar la obra de amor y salvación que le había encomendado el Padre. El Rey de reyes entra sobre una borrica y es aclamado por las mismas personas que pedirán su muerte poco después. Pero antes de comenzar su pasión, quiso cenar con sus discípulos y darles a comer su Cuerpo y a beber su Sangre. En un gesto de gran humildad y amor se hizo el servicio de todos. Fijemos nuestra mirada en el Señor, inocente, justo, manso, que al ser humillado no sabe hacer otra cosa sino amar, amar hasta el extremo, amar hasta la cruz. Fiel a la voluntad del Padre y al amor a los hombres, experimenta el abandono y la soledad, pero tambien la confiaza de que las tinieblas de la muerte quedarán iluminadas con la luz de la Resurrección.

Oración:

Bendito seas Padre,

por tu Hijo Jesucristo, lleno del Espíritu Santo.

Tú quieres que vivamos como El: ofreciendo toda nuestra vida por amor a Dios y a los hombres, siendo uno de tantos, que sufre en su alma y en su cuerpo; que se siente abandonado y abatido ante la realidad que le rodea, velemos y oremos constantes, abracemonos fuertemente a la Cruz, bebamos el cáliz, y con plena confianza en Ti, digamos unidos a tu Hijo, "Padre mío, hágase tu voluntad"