Quinto domingo cuaresma.

marzo

"Yo soy la resurrección y la vida" (Mt 17, 7)

Reflexión:

La liturgia de este Domingo nos acerca de una manera muy especial al misterio de quién es el hombre, del sentido de su vida, del sentido de su muerte. Los profetas del Antiguo Testamento proclamaban de una manera simbólica el poder de Dios para devolver vida a lo que estaba muerto. Todas las profecías antiguas se van a cumplir en Jesús. con su Resurrección nos abre la salvación de la vida a todos los hombres. Camino a Jerusalém, próximo a los acontecimientos pascuales, Jesús afianza la fe de sus apóstoles con la resurrección de su amigo Lázaro. Los sufrimientos, los pecados, la muerte de los hombres emocionan tanto el corazón de Jesús que es capaz de entregar su vida por nosotros. Su Resurrección nos garantiza que Dios nos ofrece una vida que no termina.

Oración:

Bendito seas Padre, por infundirnos tu Espíritu que nos salva.

Tú quieres que escuchemos la voz de tu Hijo que nos llama por nuestro nombre, que conoce nuestro interior, y aún aquello que no nos atrevemos a mostra; que retira de nosotros todo lo que es obstáculo para encontrarnos contigo y nos hace revivir. Enséñanos a elevar nuestra mirada al cielo para que con jesús te demos gracias porque nos has escuchado, porque cada día se realiza este milagro de vida nueva.