EL LAICO EN LA VIDA PÚBLICA


En el tejido capilar de la sociedad, allá donde estamos presentes habitualmente, no circula de forma fresca y viva la savia de la fe. Hay una fe un tanto atenazada, bloqueada, a la hora de descender a la vida cotidiana.

Es en la cotidianidad donde el cristiano debe ser sal y luz. Como dice el documento “Católicos en la Vida Pública” hay que “valorar en su justa importancia las repercusiones sociales y públicas de las actitudes interiores y del comportamiento individual de las personas en la compleja red de sus relaciones interpersonales y sociales” .

Es ahí donde se debe vivir como seguidores de Jesús, viviendo religiosamente lo profano: con testimonio, con un estilo de vida de talla ética, con sentido de animación, afrontando la vida con honestidad, responsabilidad, austeridad, solidaridad, coraje y compromiso y así, generando participación transformadora.
La experiencia del cristianismo en los primeros siglos es buena muestra de esta presencia pública cotidiana, capilar, encarnada e identificada. “Católicos en la Vida Pública” lo dice así: “es preciso que los cristianos sepamos poner en nuestras relaciones cotidianas de familia, amistad, vecindad, trabajo y esparcimiento el sello del amor cristiano que es sencillez, veracidad, fidelidad, mansedumbre, generosidad, solidaridad y alegría” (n.111).


Jean Guéhenno se refirió una vez a los cristianos designándolos como “esa cofradía de los ausentes” . Expresión dura, sin duda, pero no totalmente exenta de razón. Esta situación de invisibilidad social de la fe hace que sea necesaria no rehuir la respuesta a la pregunta sobre qué presencia pública es preciso promover.


                1.- De Jerusalén a Atenas
El cristiano de hoy será evangélico si fortalece el compromiso ciudadano. Cuando Sócrates acepta ser ejecutado por la sentencia del tribunal ateniense contra su impiedad, lo asume porque entiende que las leyes de Atenas, cuna de la democracia, son sagradas. Sócrates no huye de la ciudad. Al contemplar esta entrega aceptada de Sócrates, Platón, su discípulo, sufre una quiebra vital de su pensamiento e intuye que hay algo que trasciende las leyes de la ciudad. Una ciudad ha de quedar abierta a una mejora permanente, a la innovación….
Quizás los cristianos han entendido demasiadas veces que su misión es el retorno a Jerusalén. Contra la invitación a la dispersión, ¡Galileos, qué hacéis parados mirando!, se peca de una nostalgia por volver a Jerusalén. El reto es precisamente el envío a Atenas, el envío a la plaza pública ateniense….


                2.- Ciudadanos y cristianos
La Carta a Diogneto responde y define cuál era la postura de las comunidades cristianas ante el fenómeno “del compromiso ciudadano”: “los cristianos no se distinguen del resto de ciudadanos…no tienen ciudades propias…siguen las costumbres de los habitantes del país… Toman parte en todo como ciudadanos…pero su modo de vivir superan las leyes”. Así, aquellos primeros cristianos inician su vocación “ciudadana”. Entienden que el Evangelio de Jesucristo puede inculturarse en la ciudad y ser vivido por cristianos que también son responsables ciudadanos.

Dando un salto cualitativo, podemos presentar algunas opciones que han de configurar la presencia pública de los cristianos en el momento actual: culturalmente significativa (encarnando la fe en medio del pluralismo socio-cultural actual) , evangélicamente identificada (que se confiese sin miedos y sin beligerancia, proponiendo, sin imposición) , históricamente transformadora y solidaria .


                3.- Espacios para la presencia pública de los laicos
La exhortación apostólica “Christifidelis Laici” de Juan Pablo II presenta una excelente descripción de los campos y de los valores a promover en la presencia pública de los cristianos :

  1. Promoción de la dignidad de la persona (nn. 37 y 39) por lo que es inaceptable cualquier forma de discriminación – El derecho inviolable a la vida (n.38) – La defensa y promoción de la dignidad personal de la mujer (nn.49-50) – La familia, primer campo en el compromiso social (n.40) – El centro del compromiso cristiano es la caridad (n. 41) -  El empeño de la vida política es el servicio al Bien Común (n.42) y el centro de la vida económico-social es la persona (n.43) – El mundo de la cultura debe ser evangelizado (n.44).

De todo ello se pueden presentar algunos espacios que creemos importantes donde los laicos deben promover su presencia pública: el campo del voluntariado social o también llamado “Tercer Sector” ; el mundo de la cultura donde se echa en falta la presencia testimonial y eficaz de los cristianos; el influyente universo de los medios de comunicación social; el campo del trabajo y del sindicalismo ; la escuela como espacio de promoción, desarrollo y germen de auténticos valores para la construcción de una sociedad solidaria, justa e igualitaria; la política de donde depende en buena medida la justicia social, la paz y la promulgación de leyes respetuosas con la dignidad humana .


Como conclusión, podríamos decir que el mejor marco que define el papel del laico en la “plaza pública” es aquel que el mismo Jesús propuso cuando dijo : “ ¿A qué compararé el reino de Dios? Es como la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta” (Lc 13,20-21) ; y la misma invitación está implícita cuando dice: “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mt 5,13).


Parece, pues, que el estilo de vida más acorde con la vocación cristiana será siempre vivir dispersos en medio del mundo, aunque sea “como ovejas en medio de lobos” (Mt 10,16).

 


COMISIÓN PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Los católicos en la Vida Pública (22 de abril de 1986) nº 110, en Documentos de la Conferencia Episcopal Española, 1983-2000,t.1, BAC, Madrid 2004.

Cit. En Ricardo ALBERDI, Hacia un cristianismo adulto, Estela, Barcelona 1966, p.9.

Carta a Diogneto, BAC nº 65, pp. 850-851.

Carlos GARCÍA DE ANDOÍN, El anuncio explícito de Jesucristo, Ed. HOAC, Madrid 1997. Cfr. EN 22; 1 P 3,15; 2 Cor 4,5; Rm 10,14.

Cfr. EN 19

Es significativo en este sentido el capítulo III de la Exhortación Apostólica que lleva por título “Os he destinado para que vayáis y deis fruto” en JUAN PABLO II, Christifideles Laici”, Paulinas, Madrid 1989.

BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 20-25, San Pablo, Madrid 2006, pp. 44-52.

PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n.554, Cittá del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 2005, p. 308.

La Encíclica “Laborem Exercens” de Juan Pablo II ofrece una serie de pautas que vertebran este espacio (LE 10,12,14,25 ….). En este campo será necesario promover un espacio alternativo, cooperativo, comunitario y solidario donde la persona es el centro de la economía; y, al mismo tiempo, urgir iniciativas como la banca ética, el comercio justo o el consumo responsable.

Cfr. CONCILIO VATICANO II, Apostolicam Actuositatem, 14ª, en Concilio Vaticano II. Constituciones.Decretos. Declaraciones. Legislación posconciliar. BAC, Madrid 1970, p. 605.