PREMATRIMONIALES

El amor y la familia son dos dimensiones de una profunda singularidad en la vida de las personas. El amor de la pareja, dinámico y creativo, alumbra la familia. Es, pues, evidente la relación tan íntima que hay entre ambas relidades.

Esta singularidad nuclear del amor y de la familia es asumida y resalta en la vida eclesial. Hay por medio un sacramento con una extraordinaria riqueza simbólica y con una importante transcendencia cultural y social.

Celebrar el amor como creyentes

El matrimonio es uno de los sacramentos de la nueva Alianza. Sobre la base del amor de Dios y del amor conyugal se configura este sacramento de la Iglesia. Los creyentes proclaman en él un amor responsable, fiel y fecundo, un amor generoso y oblativo según las pautas y el mensaje que Jesús nos dejó.

En el sacramento del matrimonio se celebra el verdadero amor conygal, arropado y enriquecido por el amor divino. Se resalta el encuentro con el otro, la entrega mutua, la comunicación integral, esa comunión de vida que atrae, apasiona y une a mujeres y hombres en un proyecto ilusionado y creativo. Se destaca, asimismo, el ideal del amor y su dinámica consecuente. Se exalta el amor como vocación en el marco de la alianza de Cristo con la Iglesia. Se ratifica que casarse en el Señor es una auténtica confesión de fe. Todo lo cual supone un alto grado de madurez, porque el matrimonio es una de las opciones más serias y marcantes en la vida de cualquier persona.

En este sacramento se celebra, el amor, con minúscula, y el AMOR, con mayúscula. Este valorabsoluto para cualquier persona queda potenciado por el amor de Dios, que nos ha querido primero, y es la fuente de todo el querer humano. Por eso, la celebración del matrimonio comporta una desidad presente, pero también una garantía de futuro.

Valorar y celebrar la familia

El amor conyugal proyecta y alumbra la familia. Ésta es un don que nadie puede elegir; se nos concede por línea de gratuidad. Es el reducto más humano que disfruta y configura a una persona. Pero, normalmente, es un marco existencial cargado de dialéctica, donde se entrecruza la generosidad con el conflicto, el amor incondicional con las crisis de relación. No obstante, es una realidad querida y necesaria. No debe ser un cobijo para solucionar necesidades básicas, sino un centro generador de vida y de maduración.

Celebrar con creatividad y gozo

El ser humano necesita celebrar la vida, sobre todo en determinados acontecimientos de especial densidad. Uno de estos ámbitos estelares es el referido al amor y a la familia. Necesitamos compartir festivamente el sentimiento del amor, proclamar el compromiso, renovar las promesas de unión, celebrar el crecimiento de la familia: sus flujos, sus valores, y reforzar el acercamiento por medio de la reconciliación.

En la preparación de la celebración se han de tener claros:

Los objetivos: Qué es lo que se quiere comunicar o ayudar a vivir. Han de ser concretos y concisos; un objetivo disperso es un objetivo perdido.

El mensaje: El contenido humano y cristiano de lo que se va a celebrar. Este mensaje ha de ser nuclear, superando las perversiones que ha sufrido a lo largo de los siglos.

El lenguaje: Tanto desde el punto de vista de la palabra como de los símbolos.

El desarrollo: Cuidando hasta el último detalle los diversos pasos y, sobre todo, el ritmo cada vez más crecient, que debe tener la celbración.

La participación: Que no consiste sólo en respuestas, accions o cantos, sino, sobre todo, en que los que celebran se sientan sujetos de todo el proceso celebrativo.

Celebraciones del amor y de la familia

Entendemos que los aniversarios de boda, las bodas de plata o las bodas de oro son tanto celebraciones del amor como de la familia.

Credo de los novios

Creemos en el Padre, el Hijo y el Espíritu,

comunidad y hogar de amor caliente,

que han puesto en nuestros corazones el amor

y nos invitan a celebrarlo con vosotros

en el sacramento feliz del matrimonio.

Creemos en la vida

y qurermos prolongarla responsablemente,

acogiéndola en nuestra casa con cariño.

Valoramos la vida en común

y apostamos, sin reservas, por el compartir

del pan, la comunicación, los sentimientos,

la fe, la libertad, el compromiso,

porque queremos hacer un corro grande de amistad.

Creemos en la familia,

pequeña comunidad de fe, de esperanza y de ternura.

La soñamos abierta, con capacidad de acogida,

construida sobre el cimiento de la generosidad,

portque acaparar y disfrutar en solitario no es cristiano.

Creemos en el amor, el beso y la caricia.

Creemos en los ojos que se miran limpiamente.

Creemos en el diálogo que sugiere y escucha

y en la fidelidad que se construye el nosotros