QUIENES SOMOS

QUIENES SOMOS

 

Nuestro objetivo parroquial:

Formar la Comunidad Parroquial, comunidad de comunidades, animada por el Espíritu Santo, que acoja y anuncie el mensaje del Evangelio, viva y celebre su fe y trabaje para transormar el ambiente en el que vive.

Aportación propia de la Iglesia en Galicia:

Una nueva y vivificadora actitud de la Iglesia en Galicia que,respondiendo a las exigencias de los nuevos tiempos, promueva un gran espíritu evangélico y una actitud comunitaria de creciente responsabilidad.

Optar por una liturgia renovada en la Pastoral de la Iglesia: Participativa. Vivencia global del año litúrgico por parte de todo el Pueblo de Dios. Catequesis y formación litúrgica. Descubrir la Eucaristía como fuente y culmen de la vida de la comunidad. Promoviendo la liturgia en gallego. La Biblia, eje esencial de la vida creyente.

En fidelidad a la misión recibida de Jesucristo, la Iglesia en Galicia, debe comprometerse en favor de la promoción humana de los pueblos y las gentes: La evangelización exige comprometerse en la lucha contra la marginación y la exclusión.De ahí la importancia de la acción caritativosocial. Siendo muy necesario un apostolado organizado y con fuerza transformadora y creadora, con conciencia crítica frente a la injusticia, colaborando con otras iniciativas e instituciones de promoción integral de la persona.

Una iglesia que promueve la riqueza de todas las vocaciones dentro de ella: Sabiendo que la Pastoral Vocacional nacesi hay comunidades vivas, dinámicas, comprometidas con la fe compartida, esperanzadas y esperanzadoras, alegres, festivas, fermento de los valores del Reino... Presentando, al mismo tiempo, las vocaciones de especial consagración como forma de vivir el Mandamiento Nuevo de una manera especial. Siendo toda la comunidad creyente promotora e impulsora de todas y cada una de las vocaciones que enriquecen al Pueblo de Dios en la tierra.

Una Parroquia constituida por bautizados que han logrado una Fe Personalizada. El creyente acoge el don del amor de Dios que le llega de mil modos y responde en su vida a ese don. Las consecuencias son claras. Los adultos pasan a ser el centro de la acción pastoral, porque la Iglesia es, ante todo, una comunidad de adultos. No se olvida la educación de los niños y de los jóvenes, todo lo contrario, pero se hace desde una perspectiva diferente: desde la perspectiva de una comunidad viva de adultos, que cultiva y transmite su propia experiencia de fe a las generaciones jóvenes. De ahí la importancia de la formación permanente como tarea de la comunidad según el fermento del Evangelio y conforme a las exigencias de los tiempos.